El Diario de Marta la Rara

El Diario de Marta la Rara
Ana Bermejo

jueves, 12 de septiembre de 2013

Voy volandooooo.....

Bueno o mejor no, porque una tiene el estómago todavía tal que al biés. Oye no,  no es que una sea una tipa vomitiva, o vomitona, o yo que sé. Es que si hubiéramos nacido para volar, tendríamos en la espalda un par de alitas. ¿O no....?.

Ah, por cierto, no pienso soltar ni media de lo de novio (corazón, corazón, corazón), porque eso es una cosa pri- va- da, vamos personal y otras también tienen novio y no dicen ni mu.

Vale, bien, empezaré a desembuchar lo de mi journey a New York, pero luego no os quejéis... que cuando a una le dan carrete luego no sabe parar. Casi mejor me salto el viaje de ida, más que nada porque también vomité, ¿a  ver si la azafata de ida era también la de vuelta y por eso me embutió en aquel traje mugriento? Bueno, corto el rollo y a otra cosa mariposa.

Después de pasar horas y horas y horas, sentada en un asiento más bien birrioso, con una alemana tamaño bulldozer en el asiento de atrás que me dejó la riñonada al jerez, al fin puse pie en Nueva York, o en New York, vamos en la gran manzana. ¿Por qué le llamarán manzana, en vez de fresa o ciruela claudia? Tengo que investigar. Cuando nos dieron suelta en el avión, yo me lancé hacia la terminal en plan kamikaze, - con una pata renqueante eso sí, porque se me había quedado dormida de ir siempre en la misma postura,  y no te cuento como iba mi abu, doblada cual croasen- Estaba como loca por ver Manhattan, y por subir 18 veces seguidas al Empire State Building, porque seguro que allí no aparecía la pava de Patricia López... pero entonces llegó la primera sorpresa. ¿Papí, a qué hotel vamos?, le pregunté yo a mi progenitor, y my father me miró con ojos de huevo. ¿Hotel...? de que hotel hablas. No, no íbamos a ir a un hotel justo al ladito de Central Park, un parque inmenso que por tener tiene hasta zoo, para lanzarme de cabeza a una cama king size y ponerme bombiza de donuts.   My father me la había vuelto a jugar.  Ignacio I el grande me soltó así como así que de hotel nothing de nothing, vamos que íbamos a quedarnos en casa de una prima suya que vivía  muy cerquita de Manhattan. ¿Cerquita? pregunté yo, más bien moscona. Sí, a 40 millas o algo así, me respondió la Baquero sin cortarse ni un pelo. ¿Cómo....? ¿Quéeeeeee........? Que no voy a poder caminar por la 5ª Avenida antes de cenar? ¿Ni desayunar cerquita del Empire State Building?   Pues de aquí no me muevo, grité yo a los cuatro vientos, dispuesta a hacer una sentada sobre mi maleta de aquí a la eternidad. El primer machucón me lo soltó el cenutrio de Nacho, el sapo apestoso que dicen que es mi hermano, y cuando estaba a punto de recibir un sopavirón por parte de la línea materna, intervino un poli tamaño armario ropero y le espetó a my father: "Quick,  Hurry up", vamos,  que allí no se podía parkear. No, no cedí ni un milímetro, seguí impertérrita mirando al frente, así que tuvieron que llevarme en plan paquete, maleta incluida. Eso sí,  me llevaron a Manhattan, porque una ya estaba dispuesta a dejar de respirar. Pues sí, recorrí  la QUINTA AVENIDA a pata coja de arriba abajo, de abajo arriba  y vuelta a empezar. "Lo del Empire State lo dejamos para otro día", me soltó my mother, porque insistió en que se nos estaban haciendo las mil. ¿Prometido? pregunté  con ojos de musaraña a mi padre. Prometido, me aseguró Don Ortíz. ¡Jopelines que edificios tan inmensos! si casi no tienen fín! grité para mí, para ti y para todo el que quiso oírme. Me quedé como embobada mirando hacia arriba. Me pasé tanto rato mirando al cielo que luego me tiré dos días con la nuca apalancada en la espalda, vamos como esas cursis que miran con la nariz hacia el techo, en plan gigantillas.

Próximo capítulo: Rumbo a Marina' s home.


Vuestra amiga,


Marta

3 comentarios:

María González dijo...

Pues menudo viajecito, Marta... Además yo tengo pánico a los aviones y no puedo verlos ni en pintura que me da un mareo de los que te dejan el estómago del revés. Yo prefiero estar en tierra firme y punto.
Ah, y ¡ya estas desembuchando sobre tu novio y sobre el resto del viaje!

Besooos.

Elena dijo...

Jope, pues a mi me encanta viajar. No me mareo ni nada pero me da miedecillo el despegue y ese rollo de que te espachurre un tío invisible contra el asiento. Ya contarás. By!!!

Andrea dijo...

Wow! Así que de un hotel "near" Central Park, nanay de nanay, ¿eh? Pobrecita, qué disgusto se llevó mi niña xDD
Bueno, ya estabas en Manhattan, algo es algo.
Ahora... ¿cómo sigue la historia?
Un besito