El Diario de Marta la Rara

El Diario de Marta la Rara
Ana Bermejo

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Tengo pintura hasta en el colodrillo.

Estoy de la mia mamma hasta los mismísmo, que lo sepas. Es que cuando a la Baquero se le mete una cosa en la cocorota no hay quien la pare... Si lo sabré yo. No, que ahora no se haga de nuevas... que ya le había advertido servidora de que de mi chiscón, osease de mi cuarto, no pensaba salir. Claro que a ella mis dimes y diretes se la refanfinflan.  Jopelines, joé.

Día X, hora D. Eran algo así como las siete de la madrugada, vamos noche total, cuando oí unos soniquetes por el pasillo: clic, clic, clic, clac, clac, clac.. clon, dummmpppp.. y un ñiccccccc. Abrí el ojo como al bies. ¿Quién osaba penetrar en mi sancta sanctorum a esas horas...?  Estuve a punto de pegar un respingo, pero por si las moscas me quedé rígida cual farola, echando un eye. Oye, y allí, frente a mí,  apareció un propio con gorrilla y una escalera en ristre y sin  decir ni ¿se puede?, ni hello... ni oye tú,  desplegó un plasticucho sin fín y empezó a empaquetar. Y servidora con cara de gusarapo en la bed

Andaba una al borde del repeluzno, cuando la sinsorga de mi otro yo, vamos Marta mustia, me chamulló en plan listilla: Venga, tonta que seguro que es una broma. Tú hazte la dormida... Y verás...  Así que me di medio  voltio y seguí cuasi durmiendo... mientras el tipo seguía dale que te pego,  cantando la dona y móbile... cual piuma al vento... o algo así, porque yo de italiano estoy más bien pez. ¿Que qué pasó después...? Jopelines, pues que el cantarín, que  llevaba incrustados en las orejas unos cascos de tamaño regular, y era más bien cegato,  lanzó los plasticuchos sobre la cama, le dió tres vueltos a una especie de cello gigantes y en un pis pas me dejó convertida en una versión blanquecina de Nefertiti. Vamos en una momia total.

Yo gritaba y me desgallitaba viva, ehhhh, túuuuu, chavalllllllll, pero el tipo que estaba sonotone total no me hizo ni repajolero caso.

Uffffff. ufffff. uffffff..... que me asfixio, joé....gritaba una para sus adentros, y también para sus afueras... porque mi chucha me oyó. La pulgosa de Baby, que otra cosa no tendrá, pero olfato tampoco, apareció ladrando cual loca cabra, levantó la patita, giró la cabeza cual peonza y desde los pies de mi cama empezó su concierto de guausss... guaussss....Y se puso tan farruca que hasta despertó a mi abu, que andaba dormida cual lirón... ¿Pero qué pasa aquí? le preguntó a la Baquero. ¿Y la niña...? ¿Y la niña dónde está? Ahhhhh....  hummmmm.... ehhhhhhhhh....monosileaba yo.

¿Oiga ha visto a mi hija al entrar en su cuarto?, le preguntó la mia mamma al gorrilla ¿A su hija...? ¿Yo....? Y solo entonces el cantarín le echó una ojeada a la cama... Y.....sí allí estaba yo, mosca cual fly y con un cabreo como los de antes de la guerra.

Al final me desempaquetaron, of  course. Ahhhhhhhh respiré... una y otra vez. Después, le di un achuchón a mi abu: Gracias... gracias, gracias...; y una palmadita en el lomo a mi perra (a la vez que le juraba por la cruci que a partir de ahora, siempre, y por las buenas, la iba a sacar a mear)  ¿Y a mi madre...? A mi madre le lancé una mirada fría cual hielo, una mirada de odio reconcentrado, como el Mistol.

Y eso que  yo rencorosa no soy... pero a mí el que me la hace me la paga. Y punto.

La susodicha.

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