El Diario de Marta la Rara

El Diario de Marta la Rara
Ana Bermejo

jueves, 29 de mayo de 2014

¡Adieu Nefertiti, adieuuuuuuuuuuu!

Andaba yo más bien moscona mirando a mi abu como al bies - no tenía muy claro si era ella o la egipcia la que estaba sentada en el salón-  cuando de pronto la doña se fue hacia  la cocina y se preparó un tazón de sopas de leche con cartolas, vamos a rebosar. ¿Sopas de leche? me dije con el cuore palpitando al mil por mil, porque, que yo sepa, las egipcias no tomaban sopas, ¿oh sí...? Tú que sabrás listilla, me largó mi otro yo,  que últimamente andaba mudo total, mirándome con ojos de tiroriro.. Ahhhhh, ¿pero has vuelto...? so vendida, le solté en pleno careto. Y yo que pensaba que andabas missing por Alfa Centauro o más allá... Es que últimamente estoy en plan zen, me largó la muy cursi como haciéndose la interesante... ¿En plan zen...? farfullé... y mientras una aquí lidiando con Nefertiti. ¿Con Nefertiti...? ¿Has dicho con Nefertiti...? Tía a ti se te ha ido la pinza... Nefertiti... je, je, je... Oye guapita... si has vuelto para despiporrarte de mí con las mismas puedes irte a las Chimbambas... ¿A las Chimbambas....? ¿Has dicho a las Chimbambas...? Oye, pues si no soy bienvenida me largo... que yo estaba tan pichi bamboleándome en el éter. ¿En el éter...? repetí con un soniquete más bien sosón. Es que hay que ser sinsorga... joé... Estaba a punto de soltarle/me un sopaviron en medio del occipucio, a ver si espabilaba,  cuando mi colodrillo me mandó un mensaje en clave: ¡Pero Marta, hija, no seas mema, deja a esta ploma en paz, que aquí la que importa es la abuela. Ahhhh, of course..., me  dije, mientras le atizaba un eye a la doña que seguía allí dale que te pego a los sorbitos de leche. Oye y lo hacía con tanto entusiasmo... uuuugggggg, uuuugggggg, uuuuggggg.... que de pronto comprendí que aquella sí que era mi abu, mi abu de verdad. Ahhhhh... ehhhhhh... grité para mí y para el world en general, mientras me lanzaba a por ella en plan kamikaze y le atizaba un achuchón de órdago a la grande. Venga, abu, morroña, que aunque seas medio egipcia te quiero... me oí decir, antes de dejarle bien clarito:  Siempre que me devuelvas mi escarabajo, eso sí. Oye... y entonces mi abuela me miró con una cara un pelín rara... y soltó un ji, ji, ji, más bien siniestro... y de su boca  empezó a salir como una especie de humo grisssssssss... que formaba volutas con símbolos.....¡egipcios....! Pardiez.  Estaba yo allí, mirando hacia el cielo como una pavisosa, cuando mi abu encendió la tele y murmuró en plan colegui: Oye hija, ¿quieres que veamos juntas Sálvame...? ¿Sálvame...? repetí casi sin resuello.  Y entonces si que me quedé medio patitiesa y casi me da otro flux, porque aquella era una prueba irrefutable de que mi abuela había vuelto. No, si ahora entiendo que la pobre Nefer se haya dado el piro, le dije,  porque hay que ser muy momia para tragarse Sálvame.  No, mi abu, no me dijo ni mu, solo me miró, me miró y me miró... Y con esos eyes de fuego... cualquiera le reclamaba el talismán.


Tu amiga la pobra Marta (Ortíz, of course)


Palabros, palabrejas, palabritas....

Sálvame: un programa de tele más bien mustio, en el que se despellejan vivos sinsorgos, primaveras y pelujetas. ¿Qué no los has visto...? Ufffff más vale, joé.

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